Colores vivos, puros y brillantes son los que se apoderan de las páginas de este cuento y las llena de luz, las salpica de intensidad .

La forma en que interactúan los colores, nos hace viajar mentalmente y nos otorga la posibilidad de oler el lugar donde transcurre esta bonita historia: el huerto del abuelo Luis y de su mujer, Isabel.

Las verduras del huerto tienen un aspecto fabuloso y un sabor increíble. Es por esta razón que todo el mundo conoce sus vegetales y … hay quien dice que ¡son los mejores del mundo!

Os confesaré que no son las manos de Isabel ni tampoco las canciones que canta el abuelo Luis en las hortalizas, las razones por las que tienen un huerto tan envidiado. Todo es obra de un calabacín que cada noche saca sus tijeras, su secador, su pinta y su cartel: “Abierto a la peluquería del señor Calabacín”.

Inicialmente, es cierto que podemos pensar que se trata de una historia con toques de humor pero, a lo largo de sus páginas, descubriremos que esta historia también esconde valores plausibles y dignos de mención.

De la mano del señor Calabacín podremos reflexionar sobre la importancia de reconocer los propios errores, sobre la valentía que radica en el hecho de pedir perdón (un perdón sincero, querido y ¡sentido!), Y sobre la grandeza de aceptar el perdón y perdonar desde el corazón, sin rencores!